A las dos de la madrugada, las farolas afuera aún están encendidas, la luz de la pantalla del teléfono refleja mis ojos despiertos. Conté cien ovejas, se han convertido en un maratón corriendo en mi cabeza. Me doy la vuelta, las sábanas están arrugadas en un montón, como los pensamientos confusos en mi mente. El mundo está tan silencioso que puedo oír mi propio latido, pero el sueño se escapa lejos, quedando solo yo frente a esta larga y oscura noche.
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