La cadena de bloques tiene una función muy promocionada: la transparencia. Todos tienen un libro de cuentas en sus manos, los datos son completamente consistentes, nadie puede alterarlos. Suena perfecto, pero aquí hay una ilusión fatal: que la transparencia del libro de cuentas equivale a la resolución de problemas.

El ejemplo más directo es la desaparición de un exchange. Tus activos digitales están claramente registrados en la cadena, cada transacción puede ser verificada. Pero, ¿qué pasa si la plataforma desaparece con el dinero? ¿Qué utilidad tienen esos números para ti? El libro de cuentas está allí, pero no tienes ninguna vía efectiva para recuperar tu dinero. Un libro transparente se convierte en una hoja en blanco.

Aún más doloroso es que la cadena de bloques solo puede garantizar la consistencia del "registro", pero no puede garantizar la consistencia de la "ejecución". Todo el mundo sabe cuánto debe un deudor, las cuentas son increíblemente claras. El problema es: tú no puedes hacer nada con eso. Sin fuerza coercitiva ni mecanismos de restricción, esos datos se vuelven decorativos.

La verdadera confianza nunca proviene de cuán transparente sea el libro de cuentas, sino de si hay suficiente consenso y mecanismos de restricción detrás. El oro ha sido moneda fuerte durante siglos no porque su libro de cuentas sea muy claro, sino porque los países más poderosos del mundo lo reconocen. El consenso es la esencia de la confianza, no la transparencia de los datos.

Por eso, la cadena de bloques puede cambiar muchas cosas, pero no puede resolver el dilema de la confianza en sí misma.