En el mundo de las criptomonedas he estado durante diez años y he sido testigo de demasiadas cuentas que desaparecen en una noche. Las historias de convertir 1200U en decenas de miles suenan increíbles, pero tengo muy claro que —eso— nunca es solo cuestión de suerte.
Yo mismo lo he vivido. Hace diez años, me consideraba muy listo, creía que tenía un talento excepcional. Pasaba todo el día investigando indicadores de velas, persiguiendo cada tendencia, con la adrenalina a flor de piel en las subidas y bajadas de precios.
¿Y al final? Perdí en liquidaciones, me quedé fuera de las oportunidades, y seguí el FOMO persiguiendo las altas. Después de unos años, acumulé heridas, mi cuenta vivió en montaña rusa, di muchas vueltas y terminé donde empecé. Lo que realmente me salvó no fue ningún secreto mágico, sino tres reglas implacables que me impuse después.
**Regla uno: El dinero debe dividirse, las funciones deben ser exclusivas**
No importa cuánto capital tengas, debe usarse por separado. Mi método consiste en dividirlo en tres partes:
La primera es la "Fuerza rápida" — dedicada a operaciones cortas con la mayor certeza intradía. Llegan rápido, se van rápido, sin dejar cabos sueltos.
La segunda es el "Equipo principal" — solo siguiendo las grandes tendencias semanales. Sin claridad en la dirección, se mantiene la prudencia, sin arriesgar sin certeza.
La tercera es el "Dinero para salvar la vida" — siempre congelado. Es la última línea de defensa contra eventos imprevistos de gran impacto.
Este método me hizo entender una verdad: tácticamente se puede aceptar perder, pero desde la estrategia hay que defenderse a muerte. Mientras la semilla del capital siga viva, siempre habrá esperanza de revertir la situación.
**Regla dos: Solo bailar con la tendencia, mantenerse alejado de la volatilidad**
Las que más me han costado en tiempo y dinero son precisamente esas oscilaciones que parecen llenas de oportunidades.
Mi regla ahora es simple hasta el extremo: si en la vela diaria no hay una dirección clara, la considero una trampa y la evito por completo.
Solo entro cuando el precio rompe un nivel clave y se confirma. Una vez que obtengo ganancias, retiro inmediatamente una parte del capital, y dejo que el resto de las ganancias crezca.
La realidad más dura del mercado cripto es que hay oportunidades por montones, pero el noventa por ciento de las personas mueren esperando la próxima.
**Regla tres: Convertirme en una máquina de ejecutar**
La más difícil y la más importante. Antes de cada operación, establezco un "programa": dónde coloco el stop-loss, cuándo muevo el seguro de ganancias, qué horas del día debo salir de la interfaz de trading.
Durante la operación, solo hago una cosa: cumplir con lo planificado. Uso una disciplina fría para eliminar el deseo, el miedo y la esperanza, esas debilidades humanas.
Las operaciones que realmente generan dinero suelen ser monótonas, como una línea de producción industrial.
Desde que empecé este viaje en 1200U hasta lograr un crecimiento estable, no dependí de ninguna predicción mágica, sino de haber evitado en estos diez años los errores más fatales.
Antes era como un ciego tropezando en la oscuridad, ahora tengo una linterna en mano, y esa linterna nunca se apaga.
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En el mundo de las criptomonedas he estado durante diez años y he sido testigo de demasiadas cuentas que desaparecen en una noche. Las historias de convertir 1200U en decenas de miles suenan increíbles, pero tengo muy claro que —eso— nunca es solo cuestión de suerte.
Yo mismo lo he vivido. Hace diez años, me consideraba muy listo, creía que tenía un talento excepcional. Pasaba todo el día investigando indicadores de velas, persiguiendo cada tendencia, con la adrenalina a flor de piel en las subidas y bajadas de precios.
¿Y al final? Perdí en liquidaciones, me quedé fuera de las oportunidades, y seguí el FOMO persiguiendo las altas. Después de unos años, acumulé heridas, mi cuenta vivió en montaña rusa, di muchas vueltas y terminé donde empecé. Lo que realmente me salvó no fue ningún secreto mágico, sino tres reglas implacables que me impuse después.
**Regla uno: El dinero debe dividirse, las funciones deben ser exclusivas**
No importa cuánto capital tengas, debe usarse por separado. Mi método consiste en dividirlo en tres partes:
La primera es la "Fuerza rápida" — dedicada a operaciones cortas con la mayor certeza intradía. Llegan rápido, se van rápido, sin dejar cabos sueltos.
La segunda es el "Equipo principal" — solo siguiendo las grandes tendencias semanales. Sin claridad en la dirección, se mantiene la prudencia, sin arriesgar sin certeza.
La tercera es el "Dinero para salvar la vida" — siempre congelado. Es la última línea de defensa contra eventos imprevistos de gran impacto.
Este método me hizo entender una verdad: tácticamente se puede aceptar perder, pero desde la estrategia hay que defenderse a muerte. Mientras la semilla del capital siga viva, siempre habrá esperanza de revertir la situación.
**Regla dos: Solo bailar con la tendencia, mantenerse alejado de la volatilidad**
Las que más me han costado en tiempo y dinero son precisamente esas oscilaciones que parecen llenas de oportunidades.
Mi regla ahora es simple hasta el extremo: si en la vela diaria no hay una dirección clara, la considero una trampa y la evito por completo.
Solo entro cuando el precio rompe un nivel clave y se confirma. Una vez que obtengo ganancias, retiro inmediatamente una parte del capital, y dejo que el resto de las ganancias crezca.
La realidad más dura del mercado cripto es que hay oportunidades por montones, pero el noventa por ciento de las personas mueren esperando la próxima.
**Regla tres: Convertirme en una máquina de ejecutar**
La más difícil y la más importante. Antes de cada operación, establezco un "programa": dónde coloco el stop-loss, cuándo muevo el seguro de ganancias, qué horas del día debo salir de la interfaz de trading.
Durante la operación, solo hago una cosa: cumplir con lo planificado. Uso una disciplina fría para eliminar el deseo, el miedo y la esperanza, esas debilidades humanas.
Las operaciones que realmente generan dinero suelen ser monótonas, como una línea de producción industrial.
Desde que empecé este viaje en 1200U hasta lograr un crecimiento estable, no dependí de ninguna predicción mágica, sino de haber evitado en estos diez años los errores más fatales.
Antes era como un ciego tropezando en la oscuridad, ahora tengo una linterna en mano, y esa linterna nunca se apaga.