Texas nos acaba de dar un ejemplo de libro de texto del punto ciego de la industria cripto. Una comunidad rural intentó incorporarse como municipio solo para regular el ruido de la operación de minería de Bitcoin de Marathon Digital, y perdió por un 25% en la votación.
Aquí está lo que ocurrió: Los residentes se quejaron de interrupciones del sueño, mareos y náuseas debido al equipo de refrigeración de la mina. Marathon respondió con una demanda de 47 páginas alegando que la incorporación violaba la ley estatal. La compañía incluso afirmó que cumple con los estándares de ruido de Texas (85 decibelios—lo que los críticos dicen que es bastante indulgente).
Pero los números no mienten: solo 52 de 138 votos respaldaron la incorporación. Sin embargo, la lucha no ha terminado. Los partidarios planean seguir presionando a través de la litigación de Earth Justice.
¿El verdadero problema? Las comunidades argumentan que las autoridades del condado no pueden hacer cumplir las restricciones de ruido de manera efectiva. Y las operaciones de minería de Bitcoin siguen insistiendo en que están siendo “buenos vecinos”. Mientras tanto, los residentes solo quieren recuperar su tranquilidad.
Este enfrentamiento captura perfectamente la tensión entre la expansión de las criptomonedas y la calidad de vida local. La pregunta no es si la minería continuará, sino si la industria tomará en serio la coexistencia con las comunidades, o seguirá luchando contra cada regulación con todas sus fuerzas.
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Cuando los Cripto Minas chocan con las comunidades: Lo que Texas nos dice
Texas nos acaba de dar un ejemplo de libro de texto del punto ciego de la industria cripto. Una comunidad rural intentó incorporarse como municipio solo para regular el ruido de la operación de minería de Bitcoin de Marathon Digital, y perdió por un 25% en la votación.
Aquí está lo que ocurrió: Los residentes se quejaron de interrupciones del sueño, mareos y náuseas debido al equipo de refrigeración de la mina. Marathon respondió con una demanda de 47 páginas alegando que la incorporación violaba la ley estatal. La compañía incluso afirmó que cumple con los estándares de ruido de Texas (85 decibelios—lo que los críticos dicen que es bastante indulgente).
Pero los números no mienten: solo 52 de 138 votos respaldaron la incorporación. Sin embargo, la lucha no ha terminado. Los partidarios planean seguir presionando a través de la litigación de Earth Justice.
¿El verdadero problema? Las comunidades argumentan que las autoridades del condado no pueden hacer cumplir las restricciones de ruido de manera efectiva. Y las operaciones de minería de Bitcoin siguen insistiendo en que están siendo “buenos vecinos”. Mientras tanto, los residentes solo quieren recuperar su tranquilidad.
Este enfrentamiento captura perfectamente la tensión entre la expansión de las criptomonedas y la calidad de vida local. La pregunta no es si la minería continuará, sino si la industria tomará en serio la coexistencia con las comunidades, o seguirá luchando contra cada regulación con todas sus fuerzas.