BTC está en apuros: en una noche cayó por debajo de los 100.000 dólares. Ayer bajó directamente de 103.999 a 98.000, una caída de más del 4%, con la presión vendedora dominando completamente el mercado.

El análisis técnico es desastroso: el precio ya está por debajo de la media móvil de 100 horas, el MACD acelera en negativo y el RSI ha caído por debajo de 50. Para rebotar, primero hay que superar los 100.500 y 101.000, y después romper la resistencia de 102.200 para volver a los máximos recientes.

El panorama macro es aún peor: aunque terminó el cierre de gobierno más largo de la historia de EE. UU., sus efectos persisten. Por cierto, a diferencia de 2019, esta vez no hubo subidas bruscas; desde que empezó el estancamiento presupuestario, ha caído un 12%. La SEC y la CFTC siguen paralizadas, la aprobación de ETFs está cada vez más lejos y el dinero institucional ha salido huyendo.

La probabilidad de que la Fed baje los tipos en diciembre ha pasado del 90% al 67%: un giro brutal. El Nasdaq cayó un 2%, el S&P un 1,3%, y tanto las tecnológicas como las mineras han sufrido—Bitdeer se desplomó un 19%.

El único punto positivo: JPMorgan sigue manteniendo su objetivo de 170.000 en 6-12 meses; dicen que el coste de los mineros, 94.000, es el suelo. Además, Taiwán publicará antes de fin de año un informe sobre la inclusión de BTC en sus reservas estratégicas, una señal que podría animar a otros países asiáticos a seguir la tendencia.

Noviembre suele ser el mes más rentable (subida media histórica del 41,78%), pero esta vez ha sido un desastre. Algunos dicen que es una oportunidad para acumular, otros temen que el máximo de 2025 ya haya pasado. Ahora todo depende de la liquidez y de lo que haga la Fed.