Subir las tasas de interés es como hervir medicina tradicional china, es extremadamente amargo y podría acabar con los trabajadores.
La frase de Powell "una política demasiado restrictiva podría impactar en el mercado laboral" hizo que los inversores sudaran frío al instante. Imagina que el mercado laboral es como una olla de gachas, con la Reserva Federal añadiendo agua (flexibilización) por un lado y aumentando el fuego (restrictivo) por el otro. Si el fuego es demasiado fuerte, se queman las gachas; si el fuego es demasiado bajo, la inflación burbujea. Ahora la cuestión es: el fondo de la olla se está quemando.
La lógica de la contracción es simple: restringir la liquidez para forzar a la inflación a retroceder. Pero los efectos secundarios también son crueles: altos costos de endeudamiento para las empresas, reducción de planes de contratación, y la vida de los trabajadores es más difícil que viajar en metro durante las horas pico. El resultado puede no ser la desaparición de la inflación, sino la desaparición de las oportunidades laborales.
¿Y los aranceles? Powell lo dijo de manera muy ligera: es una "presión de precios temporal". Es como una lluvia intensa en verano, la ropa se empapa, pero después de un rato sale el sol y se seca. Es cierto que los aranceles elevan los datos del IPC, pero no se convertirán en un tumor inflacionario duradero.
Entonces surge la pregunta, ¿la "receta de aumento de tasas" de la Reserva Federal realmente está curando la enfermedad, o es una extracción excesiva de ventosas? El mercado laboral no es un conejillo de indias.
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Subir las tasas de interés es como hervir medicina tradicional china, es extremadamente amargo y podría acabar con los trabajadores.
La frase de Powell "una política demasiado restrictiva podría impactar en el mercado laboral" hizo que los inversores sudaran frío al instante. Imagina que el mercado laboral es como una olla de gachas, con la Reserva Federal añadiendo agua (flexibilización) por un lado y aumentando el fuego (restrictivo) por el otro. Si el fuego es demasiado fuerte, se queman las gachas; si el fuego es demasiado bajo, la inflación burbujea. Ahora la cuestión es: el fondo de la olla se está quemando.
La lógica de la contracción es simple: restringir la liquidez para forzar a la inflación a retroceder. Pero los efectos secundarios también son crueles: altos costos de endeudamiento para las empresas, reducción de planes de contratación, y la vida de los trabajadores es más difícil que viajar en metro durante las horas pico. El resultado puede no ser la desaparición de la inflación, sino la desaparición de las oportunidades laborales.
¿Y los aranceles? Powell lo dijo de manera muy ligera: es una "presión de precios temporal". Es como una lluvia intensa en verano, la ropa se empapa, pero después de un rato sale el sol y se seca. Es cierto que los aranceles elevan los datos del IPC, pero no se convertirán en un tumor inflacionario duradero.
Entonces surge la pregunta, ¿la "receta de aumento de tasas" de la Reserva Federal realmente está curando la enfermedad, o es una extracción excesiva de ventosas? El mercado laboral no es un conejillo de indias.